Una vieja verde llevaba muchos años sin follar como dios manda, y tras unas llamadas, consiguió contactar con un gigoló que estaba dispuesto a follársela. No solo eso, a pesar de tener el coño peludo, el hombre se lo comió con ganas, y luego la penetró con fuerza mientras la señora se retorcía entre gemidos de placer.