No tenía nada que hacer pero cuando vi a mi novia tumbada sobre la cama, me fue imposible resistirme. Empecé a jugar por debajo de sus braguitas, hasta comerme su coño de chocolate. Luego ella empezó a masturbarse y me devolvió el favor en forma de mamada. Todo estaba listo para el sexo pero antes, encendí el móvil y lo grabé todo para conseguir un bonito y morboso recuerdo. Le di duro al estilo misionero y la muy golfa no paró de gemir, corriéndose varias veces con cada embestida.