Un pervertido sale cada día con su cámara en mano a dar paseos por la playa, en busca de culazos. En esta ocasión pudo a grabar a dos rubias con unos tangas diminutos que no paraban de menear las nalgas, mientras él babeaba y las perseguía con su cámara. Ella se dieron cuenta y no les importó, más bien lo contrario, se pusieron a posar para él.