Una chica negra estaba en el gimnasio haciendo sus ejercicios matutinos, y había un chico, también negro, que no le quitaba el ojo de encima. Cuando se fue al vestuario al terminar su rutina, él la siguió y cuando vio que estaban solos, los dos se miraron y se entendieron al instante, cachondos y dispuesto. Echaron un polvazo salvaje que ninguno olvidará nunca, con un adrenalina brutal al estar en un sitio tan público.