Era primera hora de la mañana y la joven
Gabriella Varvara se moría de hambre, por lo que bajó a la cocina a desayunar. Allí se encontraba su novio que le tenía preparado un desayuno muy especial. Nada de fruta, ni bollería industrial, el chico le preparó un inolvidable desayuno a base de sexo anal sobre la mesa de la cocina.