Cuando llegó a casa, su novio la estaba esperando muy enfadado, y es que al ser musulmana, la libertad que tiene es poca. Llegaba tarde y él se lo iba a hacer pagar caro: con sexo duro. Primero la obligó a que le comiera la polla y luego la penetró a lo bestia, sin ningún tipo de cariño, mientras ella se sentía como una simple muñeca hinchable.